Con este título publiqué hace poco una crónica hecha en Buenos Aires para El Nuevo Herald. Aquí el comienzo de la nota:
"Buenos Aires.-- Marta Minujin, considerada como la reina del pop sudamericano en los 60, nos recibe en su taller de Congreso, 40 años después de haber participado en patines de la mítica Factory de Nueva York.
Los lentes oscuros y su llamativa cabellera blanca son dos superficiales rasgos distintivos. Su excentricidad se complementa con verborrea y constante hiperactividad. Le encanta ser el centro de atención y lo logra sin esforzarse. A sus 63 años sigue siendo un personaje mediático: la gente la reconoce por las calles porque sale a menudo en televisión; en los círculos artísticos, algunos la admiran y otros la evitan. ''Pero al final de cuentas el arte es un oficio solitario'', dice. Habría que agregar que en su caso también es un evento divertido.
Marta Minujin es creadora de happenings, arte efímero y tecnológico, instalaciones sensoriales y monumentales, esculturas y en realidad de cualquier cosa que se le ocurra. Ejemplos: le pagó la deuda externa argentina a Andy Warhol con choclos, hizo una Venus de queso que la gente degustó hasta desaparecerla, creó una cabina telefónica de efectos sensoriales que se llenaba de agua de colores, cogió tierra de Machu Pichu y se la envió a artistas de todo el mundo por correo, hizo arder un inmenso Gardel reinventando el mito, creó un Partenón en las calles de Buenos Aires con las mismas dimensiones del original de Atenas y construido con todos los libros prohibidos durante la dictadura."
"Buenos Aires.-- Marta Minujin, considerada como la reina del pop sudamericano en los 60, nos recibe en su taller de Congreso, 40 años después de haber participado en patines de la mítica Factory de Nueva York.
Los lentes oscuros y su llamativa cabellera blanca son dos superficiales rasgos distintivos. Su excentricidad se complementa con verborrea y constante hiperactividad. Le encanta ser el centro de atención y lo logra sin esforzarse. A sus 63 años sigue siendo un personaje mediático: la gente la reconoce por las calles porque sale a menudo en televisión; en los círculos artísticos, algunos la admiran y otros la evitan. ''Pero al final de cuentas el arte es un oficio solitario'', dice. Habría que agregar que en su caso también es un evento divertido.
Marta Minujin es creadora de happenings, arte efímero y tecnológico, instalaciones sensoriales y monumentales, esculturas y en realidad de cualquier cosa que se le ocurra. Ejemplos: le pagó la deuda externa argentina a Andy Warhol con choclos, hizo una Venus de queso que la gente degustó hasta desaparecerla, creó una cabina telefónica de efectos sensoriales que se llenaba de agua de colores, cogió tierra de Machu Pichu y se la envió a artistas de todo el mundo por correo, hizo arder un inmenso Gardel reinventando el mito, creó un Partenón en las calles de Buenos Aires con las mismas dimensiones del original de Atenas y construido con todos los libros prohibidos durante la dictadura."